Roti Canai hecho en Austria por una españolita

¿Es ético que una guisandera paletita y poco viajada como yo publique tantas recetas exóticas? ¿tengo que haber hecho turisteo en el lugar originario de ciertas manducas para que sean creíbles? ¿las cosa del comer tienen sellos de autenticidad? ¿y bajo qué reglas? y esto, ¿qué le importan a mis papilas gustativas?

Existe -o existió, no sé si aún se mueve este tema- una leyenda de real food orientada a dar credibilidad a la cocina foránea y en en particular sobre la cocina asiática. Curiosamente, me he topado con alguno de estos real food que habían publicado un gazpacho hecho con chiles, tabasco y hasta con pesto de albahaca... también recuerdo cómo hace 4-5 años que se puso de moda en USA el ajoblanco porque una parejita muy mona de San Francisco habían hecho un tour por los pueblos blancos andaluces. Sopa de almendras que se sirve con uvas. Hasta aquí el concepto claro pero que eso de comerlas enteras no les debió de seducir del todo y oye! a la licuadora con las uvas. El caso, es que salieron un montón de replicantes contando que en el sur de España se come una sopa fría de almendras y uvas. Me entró el furor patrio y a la parejita del tour que yo dí por los originarios de la moda, les dejé un mensaje en la entrada diciendo que no, que es sopa de almendras -o pasta tipo dip para untar, que va a gustos- y que las uvas son un acompañamiento y que hay quién las come y quién las deja. Confesé que yo, las dejo. Siempre. Y hasta hoy. No me contestaron. No he llegado a saber si lo de las uvas en la licuadora fue un arrebato de creatividad o un cortocircuito cultural. Vaya usted a saber, amigo mío!

Otras veces, para reforzar -o forzar- la credibilidad de un plato, recurrimos a parientes lejanos, parientes de vecinos, vecinos sin emparentar y si no hay más remedio dejamos el parentesco en amistad y contamos eso de mi amiga tal... tengo pruebas y puedo demostrarlo porque en este blog encontrarás más de una referencia a mis amigas internacionales y tengo en mente pillar por banda a las que aún se me resisten porque donde vivo somos como la ONU, solo nos hace falta que nos pongan un casco azul. Pues en esta categoría de recetas también he encontrado más de un fiasco. La mayoría de las recetas que los americanos de las barras y estrellas llaman lo que sea al estilo alemán nada tienen que ver con la realidad germana. Algún blog latino, en su inocencia, se han sacado a una tía de una vecina o la prima de una amiga que era de Bavaria y le pasó la receta. Yo me parto claro, que puedo hacer si no.

Es evidente que en cualquier momento nos las pueden dar con queso con intención de la buena o con picardias. Cada cual sabe, yo leo blogs pero no las mentes de los autores. Pero yo me pregunto. Y si está bueno, por qué no. A mí me da igual quién se cree con más derecho o credibilidad a la hora de publicar comida internacional. Me da igual si es adaptada al gusto local o de cada casa. A Jamie Oliver le he visto hacer unas tapas españolas nada ortodoxas pero con una pinta brutal. Por qué no? porque es guiri? solo pueden innovar los nativos? Si está rico, que más da?

Y aquí es donde hago la gran crítica de siempre. A mí me fastidia la falta de honestidad y me da igual si la receta es mentirosa o quien me la cuela es la entradilla que acompaña a la susodicha. Una anécdota: ves una receta que te entra por los ojos directa al píloro, las fotos jugosas y grandiosas. Cuando la haces y en privado comentas "cachis, pues mira que me salió un poco insípido" quien en su blog había repetido ochocientos por dios que rico me dice "pues sí, a nosotros también nos pareció insípido". Me cachis, me cachis y recachis! y me lo dices ahora!!!! sobra decir que desde ese momento vivo en un sin vivir, porque me gustaría poder avisar que la receta no es buena, que podría mejorarse o habría que añadirla a la lista de engrudos. Una reflexión: el éxito de los blogs sobrevino porque la gente no se fiaba de la calidad de muchos libros de cocina. Alguno conservo de esos que de cada 3 intentos dabas con una cosa buena. El resto terminaba echando raíces en mi nevera.
El caso es que si una receta funciona, si está rico un plato, a mí me vale sin que nadie me acredite bandera, sellos de aduanas o facturas de hotel. Lo que busco es lo mismo que en mi blog intento transmitir. Doy fe que todo lo que ves en mi recetario, está aquí porque me gusta. Algunas cosas las tuve que hacer dos veces. A veces para mejorar la receta de origen y a veces porque yo me equivoqué y rectifiqué lo que no debía. En cada receta, cuento mi experiencia que no será infalible pero es sincera.

Dicho esto, puedo tirarme el pisto de ser una experta comedora de tortas de pan. Es algo que nos chifla en casa y que no pierdo ocasión de probar algo nuevo. En este amasa y prueba sin salir de casa -y sin guía turístico- he aprendido mucho. Y cuanto más aprendo, más me doy cuenta que muchas tortas de pan son requeteviajeras y que los m'semen que se cuecen en Marruecos son casi idénticos a las parathas y a estos roti canai malayos. Son tortas tradicionales de las comunidades musulmanas así que la intuición explica porqué han pateado -y chapoteado- tantos miles de kilómetros. Creo que puedo decir que son mis favoritas aunque también te digo que siempre las últimas, son las que parecen más sabrosas...
Ingredientes:
  • 300gr harina común
  • 1 cdta. de sal
  • 1 cda. de azúcar
  • 1/3 de vaso de aceite o ghee
  • 1 huevo
  • 3/4 de vaso de leche

Notas:
  1. de las muchas recetas que he visto y probado de los roti canai, la que más me gusta es ésta de aquí. La receta fue publicada en una revista malaya y tienes la particularidad que se hace con leche condensada. Yo no la uso así que la he reemplazado por mi leche de granjero.
  2. Es posible que no necesites usar los 3/4 del vaso de leche. Yo sí he preferido empezar por una masa muy muy hidratada y luego ir rectificando con harina. Siempre que empiezo al revés, es decir, hidratando una masa dura, no me queda tan elástica la masa y en estos panes planos es fundamental.
  3. Respetar los reposos es también muy importante. No pasa nada si dejas preparadas las porciones por la mañana aunque no las necesites hasta la cena. Cuanto más reposa, más blanda es la masa.
  4. Hacer la masa en procesadora de alimentos ( o amasadora o varillas eléctricas )es mucho más rápida. Yo últimamente he dejado de amasarla al 100% a mano porque me quita mucho tiempo. Hago un 50% a 50%. 

Preparación:
  1. En la procesadora, pon todos los ingredientes (menos el aceite) y amasa unos 3 minutos. Deja que repose 5 minutos para que la harina se desarrolle. Transfiere la masa a la encimera enharinada y vas amasando a mano e incorporando algo de harina a medida que te haga falta. Cuando esté blanda y compacta dejas que descanse 15 minutos para que el harina del amasado se desarrolle.
  2. Mójate las manos en aceite y haz bolas de unos 75gr. Las cubres con film de plástico y las reservas otros 5 minutos. Coge una bola y la impregnas bien en aceite o mantequilla clarificada (ghee) o si lo deseas una mezcla de ambas para que cojan el sabor al ghee. La vas extendiendo con las manos, primero el centro hasta que tienes el cilindro inicial, y luego tirando de los bordes con los dedos de las manos. Para que quede muy muy fina la vas ahuecando y estirando tal y como te muestro en las fotos de abajo.
  3. Una vez estirada, mojas levemente la superficie en la mezcla de aceite, y pliegas hasta tener un cuadrado (mira las fotos). Las cubres de nuevo con el film y las reservas hasta que las vayas a freír, siempre en le último momento para que lleguen calientes a la mesa. 
  4. Antes de freír, las tienes que volver a estirar con las manos o si lo prefieres con ayuda de un rodillo (a mano quedan más hojaldradas). Tienes que quedar muy finas y no te importe si algo se rompen. Sobre todo, cuida que los bordes queden muy finos. Pro último, las fríes en una sartén. Primero calientas la sartén a fuego alto, lo reduces a medio y las cocinas como un minuto por cada lado.

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