Albóndigas italianas con macarrones para madres con pelotas

Ole con las pelotas de la Charlize Theron. Acaba de ser fuertemente criticada por vestir a su hijo de cuatro años de niña. Resulta que al peque le gusta jugar con muñecas y usar vestidos y ella no ha tenido ningún problema en satisfacer al crío. Son estas fotos las que han indignado en las redes sociales pero a mí me han encantado, para qué voy a mentir.

Lucas tan solo gateaba cuando descubrimos su fascinación por las lavadoras. Fue el primer juguete del que se encaprichó y tan tierno resultó su enamoramiento que se la compramos. No se separaba de ella y le di unas muditas y calcetines para que hiciera la colada a gusto. Después vino una cocina, con sus cacharros, sartenes y demás cazos. Mira que aquí son discretos pero todo el mundo echaba miradas de terror. No sabían cómo explicarlo pero les resultaba "torcido" el tema. Los más lanzados decían "¡Ahh, una cocina! eso es cosa tuya" y, en esas ocasiones, di la callada por respuesta porque hay cosas que no se pueden explicar con un comentario  ligero.

Haría falta soltar un discurso para hacer comprender al personal que nuestro hijo pequeño no es un niño más. Que no forma parte de ningún rebaño. Que él es él, único , diferente, ni mejor ni peor que los demás pero que nuestro mayor deseo es que sea auténtico. Que si le apetece ir contra corriente, pues sea. Que si decide ser corriente, discreto y sin destacar, pues sea. Porque lo importante es que viva sabiendo que tiene elección, que puede ser lo que se proponga -dentro de lo razonable- ya sea ortodoxo, revolucionario o más o menos incómodo para una sociedad que se siente violenta más de lo necesario con la orientación sexual del personal. Es un prejuicio aprendido del que cuesta desprenderse porque hay mucho tolerante con el tema siempre que no le toque de cerca y es que los conflictos de mentalidad necesitan su tiempo y hay desde luego que trabajarlos.
Cuesta creer, que aún mucha gente piense que si una madre le da demasiado cariño a un niño, se hará marica. Antes, se separaba pronto a los varones de sus hermanas para que éstas no les torcieran las maneras. Aún conozco familias donde se cría de una forma a los chicos y de otra muy distinta a las niñas. Y el motivo que más se teme y del que jamás se habla en voz alta es el miedo a que un varón salga afeminado.

Yo tengo la suerte de no tener ese prejuicio. Me es indiferente la condición sexual de los que tengo cerca. Jamás me he avergonzado ni de amigos ni de mi familia. Tampoco me supondría un disgusto que Álvaro me contara que se ha enamorado de un hombre. Creo que tenía once o doce años cuando me preguntó "Mamá, ¿cómo puedo saber si soy gay o hetero?". Le contesté con otra pregunta "en clase ¿miras el culo a los niños o a las niñas?" y la respuesta, aunque no la tenía preparada, recordé a mi amigo Nacho cuando me contó que en el instituto, al darse cuenta que sentía atracción por el pompis de los chicos, corría a la iglesia a rezar, a pedirle a dios que le curara.

Madre mía, nuestra intransigencia ha causado tantísimo daño... mecachis. Y hoy no puedo evitar mirar a los de mente cerrada con cierta condescendencia porque sé que sufren, sufrirán y se amargarán. Sé que soy más libre porque no pierdo el tiempo en condenar, castigar y prohibir sino que lo empleo en amar y empatizar. Vivo más tranquila sabiendo que mis hijos no son débiles, malcriados o afeminados porque les demuestre mi amor a diario. El amor no es incompatible con la disciplina y el cumplimiento de las reglas de convivencia. 

Según la RAE, transigir es Consentir en parte con lo que no se cree justo, razonable o verdadero, a fin de acabar con una diferencia. No hay que compartir creencias, pudores ni ideales: es consentir en parte, no necesariamente en todo. Aceptar que existen muchas verdades y que nuestro ombligo no sienta cátedra. Y sobre todo, partir de la idea que la transigencia siempre es en positivo, con el fin de entendernos y superar diferencias.

No sé cómo será el futuro del hijo de Charlize, si se trata de una fase pasajera o realmente adora el mundo femenino porque le pertenece por naturaleza. No olvides que un gay nace, no se hace y no hay nada más natural que venir al mundo. Pero sea como sea, su actitud me parece ejemplar, muy valiente y muy consecuente con el ideal que tenemos todas las madres de mente abierta: vivir y obrar en la certeza de que nuestros hijos no nos pertenecen y que estamos para ayudarles a aprender a vivir, amarlos con locura y que sepan lo orgullosas que estamos de ellos.



Ingredientes:
  • 500gr. de carne picada
  • 200gr. de calabacín sin quitar la pìel
  • 1/2 pimiento
  • 2 cdas.  de queso parmesano
  • 2 cdas. de pan duro remojado en leche
  • 1 huevo
  • sal, pimienta, orégano seco y albahaca fresca
  • harina integral para rebozar y aceite para freír las albóndigas
  • 500gr. salsa de tomate ya lista (si es casera consulta las notas)
  • 350gr. de macarrones cocidos en agua salada
  • un poco de nata y queso rallado para hornear

Notas:
  • Si optas por hacer la salsa, usa 500gr. de tomate triturado, 2 chalotas, 2 dientes de ajo, sal y una cda. colmada de pesto roso. Si el tomate es muy ácido se puede añadir una cdta. de azúcar o de sirope de ágave.
  • Rebozar en harina integral es de lo más recomendable. Las bolas de carne cogen mejor color y sellan mejor quedando más jugosas por dentro.
  • Uno de los defectos de las albóndigas para mi gusto es lo mucho que se repiten así que con toda la intención del mundo evito añadirles ni ajo ni cebolla.
  • La cantidad de pan duro es un poco relativa. A mí me gusta que queden muy jugosas así que no endurezco mucho la masa aún a riesgo de que puedan perder algo de su forma. Al final, se agradece.

Preparación:
  1. Tritura primero el calabacín, el pimiento, el queso, el pan y las especias (incluida la sal). Mezcla después, con el resto, es decir, la carne y el huevo. Haz entre 20-22 pelotitas que rebozarás en harina. Después, justo antes de echarlas a la sartén, puedes darles forma redonda con ayuda de una vaso. Quedan perfectas.
  2. Calienta algo de aceite en una sartén (mira la foto de abajo) y ve friendo las pelotas. Para que no se agarren al fondo, vas moviendo la sartén con movimientos circulares suaves. Cuando estén doradas por todos lados, las retiras y reservas.
  3. En una cazuela a prueba de "agarrados", añades el tomate frito. Si lo haces tú, moja la cazuela con un poco de aceite de haber frito las albóndigas y sofríe las chalotas picadas con el ajo machacado. Añades el tomate triturado, sal y una cucharada o dos de pesto roso que le añade mucho sabor y cuerpo a la salsa. Añade las albóndigas, tapa la cazuela y deja cocer a fuego lento 20 minutos.  No muevas las bolas con ningún cucharón, solo movimientos circulares y lentos del recipiente.
  4. Cuece la pasa y precalienta el horno con el grill encendido.
  5. En una fuente de horno, pon un poco de nata líquida en la base, añade la pasta, las albóndigas con toda su salsa y espolvorea con queso rallado. Gratina hasta que coja un poquito de color el queso. Sirve inmediantamente y disfruta.

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