Pastel de arroz con leche

Desde lo de Dylan, anda el Nobel revuelto. Y no es para menos. A mí me gusta el Bob -que quede esto por delante- pero de ahí a estar en el mismo podio de Saramago, Neruda o Golding ... ainsss, no sé qué repeluco es el que siento. Algo extraño, la verdad y para que la zarzuela sea completa el premiado no se da por aludido y la academia nórdica como que no lo encuentra. Tendrá el móvil fuera de cobertura o algo peor.. no sé, desde hace tiempo reconozco que ando enfadada con el jurado de estos premios. Sobre todo con los de la Paz, premios que para mí han perdido todo su valor. Y es que son muchos los galardonados que tienen su manos manchadas de sangre, de codicia, de egolatría o de actos mezquinos que ensombrecen la labor primordial de fraternidad entre los pueblos que tan claramente dejó escrito Don Alfred en su testamento. Y aquellos que no han sabido honrar un premio de este calibre, directamente, los noruegos se lo tendrían que retirar. Por ética. Sin más, sobra explicar lo evidente.

Empezando por Rigoberta Menchú, que cuando la pillaron en esa farsa de biografía donde no solo se inventó su propia vida sino que para mayor guasa se la reinvirtió hasta el insulto y donde dijo desciendo de pobres esclavos trabajadores a las órdenes de colonos descendientes de españoles resultó venir de bien asentados hacendados. Y donde lloró su pena de no haber podido ir a la escuela ni aprendido el español hasta que viajó a París pues resultó que no solo cursó sino que además lo hizo en un colegio de monjas españolas... y suma y sigue y suma de nuevo. No dudo que su causa bien merecía un Nobel, pero no su persona y más teniendo en cuenta que el motivo de su galardón se sostenía "por su trabajo en pro de la justicia social y de la reconciliación etno-cultural basado en el respeto de los derechos de las personas indígenas.
Tampoco lo han merecido Arafat y Peres porque sus manos estaban manchadas de sangre, ni Al Gore que su único mérito fue un documental medioambiental sensacionalista de poca monta insulso y estéril, ni Kissinger... Kissinger! en fín, un largo etcétera de personas u organizaciones que tienen las manos llenas de roña. Sobra decir, que absolutamente todos los premiados deberían sobresalir por sus méritos a favor de la paz de los pueblos y la lucha no violenta por un mundo más justo y equitativo. A la Unión Europea -toquémonos las tripas- se le concedió el galardón "por su contribución durante seis décadas al avance de la paz y la reconciliación, la democracia, y los derechos humanos en Europa" ... y solo hay que mirar a nuestro amado Mediterráneo para verlo sangrar de tantos ahogados por falta de auxilio. Naciones Unidas creo que ronda la veintena de galardones y ahí la tienes, impasible ante la desdicha de los pueblos que ha jurado defender y proteger. Así que, cuando leo historias como la del traficante de juguetes, un señor que lleva juguetes a los niños de Alepo desde Finlandia, cruzando las fronteras de la muerte y sorteando las bombas rusas... o la hazaña de Irena Sendler, el ángel del gueto, que logró sacar 2.500 niños judíos del gueto de Varsovia antes de ser atrapada y torturada por la gestapo quienes la rompieron piernas y brazos pero no su valor. Tantas grandes hazañas de gente anónima y diminuta pero que nos han dado grandes lecciones de humanidad y solidaridad. Ejemplos a seguir que se quedan en el olvido por falta de gancho mediático... ay no sé, puede que me vuelva paranoica pero es que estas cosas cada vez las contemplo más a lo puro teatro.

La receta de hoy ha sido rescatada del recuerdo de Günter. Echa de menos el arroz con leche gratinado que hacía su abuela y aunque no se acuerda bien, dice que es posible que la abuela lo cuajara tipo tortilla. No sé, mi suegra tampoco sabe decirme así que le he preparado este pastel de consolación a ver si se asemejaba la cosa. Y parece que no. rico debía estar porque ha caído a la velocidad del rayo. Por lo tanto, esta no es la última palabra que va a dar este arroz con leche. La próxima vez lo haré en sartén a ver si solucionamos el enigma. Se puede comer caliente o frío. Caliente más tipo gratinado con el arroz más suelto y en frío cuajado como un pastel. De ambas formas muy rico. Se puede acompañar de compota, salsa de caramelo, o simplemente espolvoreado con azúcar (y canela, cómo no, a la española :-)


Ingredientes para 8 raciones:
  • 250gr. de arroz redondo
  • 1 litro de leche
  • una pizca de sal
  • 90gr. de azúcar (los golosos pueden aumentar hasta 120gr.)
  • vainilla
  • 3 huevos
  • un poco de mantequilla para engrasar el molde
  • opcional: un puñado de pasas ( la abuela echaba pasas, eso lo tenemos claro)


Preparación:
  1. Cuece el arroz con la leche y una pizca de sal unos 20 minutos y espera a que temple. Mientras, precalienta el horno a 180ºC.
  2. Añade al arroz templado las yemas, el azúcar y la vainilla. Remueve hasta que quede completamente ligado. Monta las claras a punto de nieve y las añades a la masa. Si lo deseas, puedes añadirle un puñado de pasas tal y como hacía la abuela de Günter. Yo lo he dividido en dos fuentes para que estuviera a gusto de todos.
  3. Engrasa una fuente de horno o molde, añade la masa de arroz con leche y lo horneas hasta que esté dorado. Más o menos unos 40 minutos.

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