Dip de camembert y jamón
He tardado un poco en volver al ataque pero no ha sido ni por falta de tiempo, ni exceso de lío, ni faenas tortuosas que me hayan dejado fuera de servicio. No. He tardado porque he repetido esta entrada tres veces. Sí señor. Tres tandas de fotos y tres historias. Tres reflexiones en tres estados de ánimo muy distintos. Y es que últimamente me vuelven a pasar cosas raras que como casi siempre me pillan a bocajarro y descolocada. He llegado a la conclusión -o reafirmación- que todo se debe a un conflicto de mentalidad y es que jamás se me ha pasado por la cabeza boicotear a nadie. Es por esto, que nunca pienso -por mucho que apeste una historia- que cuando hay gato encerrado, el minino pueda ser yo.
Muy poca gente en mi vida me ha entrado mal al primer vistazo pero sí es verdad que con el trato hay personas que se me tuercen. En esos casos, lo mejor es poner el intermitente, pillar el primer desvío y cada mochuelo a su olivo. Otras veces no es tan fácil porque afecta al bien común -cuando hay grupo de por medio- y entonces es necesario hacer de tripas corazón, evitar entrar al capote y pasar desapercibido. Esto es algo que se aprende a lidiar con los años, no hay trucos que valgan, solo mano izquierda.
Otra cosa que he aprendido a teñirme, es ese maldito afán de algunas personas por meterme en líos ajenos y encima sin mi permiso. Los que hablan en nombre de terceros que por cierto, nunca están presentes los aludidos. No lo soporto. Aquí paro en seco, reúno a la tropa y a cada cual le pongo firmes. Porque si algo soy, es directa, sin dobleces y no consiento que nadie ponga en mi boca palabras que no he dicho o las que he dicho, me las saquen de su contexto. Algo que resulta muy molesto a los conspiradores y a todos esos que les encanta jugar con la sutilidad, es decir, te hacen un par de feos, hablan mal de ti por la espalda y para cuando el intrigador se cansa -o cuando necesita algo- entonces paz y después gloria. Sé que esta manera de ser mía levanta heridas y enciende susceptibilidades. A veces me siento un poco tocapelotas, para qué mentir. No dudo que mis tácticas tienen muchos rotos que hacen que algunos no se atrevan a arreglar roces conmigo. Lo tengo en cuenta y en esos casos lo dejo correr, que agua de borraja ni hace sopa ni mueve molinos así que nada como esperar que el cabreo se diluya y ea, se echa el asunto al contenedor de basura y nunca más.
boicot
Del ingl. boycott, y este de C. C. Boycott, 1832-1897, administrador irlandés a quien se aplicó el boicoteo en 1880.
1. m. Acción que se dirige contra una persona o entidad para obstaculizar el desarrollo o funcionamiento de una determinada actividad social o comercial.
Ésto es lo que dice la RAE y ésto es lo que me han hecho la semana pasada. Me han tratado como a este Mister y mi pecado imperdonable es que me ofrecí a ayudar en un evento entre padres. No entro en detalles que no vienen al caso pero los niños se quedaron sin recaudación benéfica. Bonito ejemplo. Se me ignoró durante dos semanas, algo que no me extrañó porque la portavoz de los padres -hubo un tiempo que se llamó amiga-, me tiene un odio poco disimulado. Ella y el otro portavoz, me pusieron a bajar de un burro pero sin mediar palabra conmigo. El resto calló como bellacos y otros, con unas ganas absurdas de ganar protagonismo en la discordia, decidieron tirar a su aire sin cruzar palabra ni informar. Insisto, por lo menos conmigo porque cuando me lo olí -el veneno es lo que tiene que se olfatea rápido- yo, como siempre, disparé a bocajarro: "¿Es que acaso se ha suspendido?" a lo que absolutamente nadie me contestó. Y cuando me presenté en la escuela con mi pastel del brazo, ni un solo padre había acudido con el suyo para la donación y a la tonta del bote, la guiri que de nada se entera, la esperaba la comitiva de los portavoces, supuestamente -imagino- para echarle un rapapolvo.
He estado muy enfadada, sí. Y muy desilusionada con todo el mundo. Nadie rompe una lanza por nadie y es entonces cuando los mezquinos y canallas se hacen los amos. Mi experiencia, por suerte es absurda e irrelevante pero es en pocas palabras la historia de la humanidad. Carecemos voluntariamente de empatía. Somos cobardes y egoístas y preferimos vivir como los camaleones, mimetizando con el resto del rebaño porque si todos los corderos somos iguales lo mismo así uno se libra del matadero. Da igual si es un tema importante o no. Si algo es sencillo de hacer o es una injusticia fuera de nuestras manos. Socialmente amasamos el desencuentro. Lo importante es que nada ni nadie nos estropee el escenario.
Yo paso de ellos. Cada vez me siento más sola y aislada en esta ciudad pero me importa un comino. Soy como soy y no me avergüenzo. No busco llamar la atención sino ser yo misma. Y a ser posible, lo más feliz posible. No olvido cual es mi faro ni mi camino. Jamás me sentiré feliz ante la desgracia ajena. Insisto, grande o chica. Cómo encajo la soledad y el vacío es mi tema, está claro, pero a veces pienso que la gente espera a vernos débiles y heridos para hacer leña con nuestros restos. Que les den. No los quiero en mi vida.
NOTA: escribí anoche esta entrada. Dejé pendiente añadir la receta. Me fui directa a la cama sin ver la televisión. Cuando Gü subió yo ya estaba dormida. Me he desvelado a las 3 de la mañana. Sentía una angustia horrible. Pocas veces he sentido esta fatiga emocional tan grande. Esta mañana en la radio escuché en las noticias el atentado de Berlín.
Ingredientes:
- 1 queso camembert (unos 150gr a 200gr)
- 1 tarrina de queso de untar (unos 150gr a 200gr)
- 75gr. de jamón ahumado o tipo de York
- pimienta
- copos de ají molido o gindilla
- perejil o cebollino fresco picado
Preparación:
Publicar un comentario