Meat Gumbo sin spicy y un lago verde

Erase una vez un lago de color verde. Como la gente estaba muy ocupada en sus asuntos y algo escasa de paciencia para ejercitar la imaginación, lo llamaron el lago verde.  Su agua, toda ella, es nieve derretida. Nieve blanca de las pelonas montañas de los Alpes Bajos que pasa olímpicamente de ser transparente, porque para vivir de anónima ya tenemos la del grifo o en esclavitud la embotellada...
Ella es libre, en formas y colores y se pone el mundo de montera cuando algún pequeñajo al entrar en ella y enmarranarse los tobillos con el fango de su orilla, se atreva a decir: "jo, Papá, tendría que llamarse el lago marrón"... no, no lo dijo Lucas que él es muy respetuoso con la naturaleza y no solo la cuida  sino que respeta sus caprichos. Cuando subes desde el valle, nunca sabes como te lo vas a encontrar. Le he visto a rebosar de agua, sin que en él entrara ni un copo más. Le he visto partido en tres trozos, separadas sus aguas y sus peces sin tocarse por todo un largo verano... y también, como esta vez, con sus bordes ni fú ni fá, por que no siempre el caudal de sus aguas tiene que ser el protagonista de la excursión...
Sé que me creerás, si te digo que el agua estaba helada. Salvo los patos y los niños, pocos más se mojaron el pico porque con solo un par de minutos con el culete bajo el agua y el pobruco sale petrificado. Ni qué decir tiene que aquí la tronquita no se molesta ni en poner las piernas al sol. Me gusta buscar una buena roca a la sombra de los abetos donde dejar reposar el pompis a temperatura ambiente, ver a los chicos y demás valientes torturarse a la que intentan darse un baño y aprovechar para darle al clici-clici de la cámara...
¿Resultado? pues que tengo una colección anual de fotos del Grüner See que en breve, me dará para forrar un armario ropero... el mismo que lleva esperando años a que termine -o empiece- a restaurarlo, una joya familiar en estado decadente heredada de mi tita Mari Luz, un ropero de ciento y pico años de esos que antiguamente se encargaban a los carreteros -yo esto no he llegado a vivirlo-. Me han contado, que los roperos, al ser piezas que las visitas no veían se encargaban a los carreteros, unos artesanos transeúntes que iban de pueblo en pueblo arreglando carretas, ruedas de carro y otras piezas de labranza... salía bastante más baratico, claro. Son armarios que por fuera dan el pego. Pero por dentro, las maderas delatan que son de segunda mano y algunas lucen señales de vidas anteriores en algún carro o carretilla... vete tú a saber...
Desconozco como funciona mi cerebro y el porqué de esta asociación. Lago verde más fotos más armario ropero igual a guiso? .... silencio... ni idea. La casualidad ha querido que encontrara de puro sin querer una página estupenda que con un par de clics te monta cualquier foto con estilo vintange... las fotos del lago, están hechas aquí, en un visto y no visto. Prueba y ya verás que chulas.. Ahhhh, tiembla photoshop!!!!
El Gumbo es un plato tradicional de New Orleans. Medio sopa medio guiso, es un potaje a todas luces de origen africano que los antiguos esclavos de Luisiana adaptaron en suelo americano. A lo largo de los años -siglos- el gumbo ha evolucionado convirtiéndose en todo un clásico del lugar. Jaime Oliver, en su recorrido por la gastronomía del mestizaje americano, ha hecho un par de versiones de las famosas recetas de la Sra. Chase, matriarca y cocinera por más de 50 años en uno de los restaurantes de más tradición de New Orleans...

El más famoso de los gumbos se prepara con okras y mariscos. Este no es el más conocido de fronteras para fuera pero parece que es uno de los más tradicionales de puertas para dentro. La versión de Oxx, no incluía okras atrevimiento que yo -con mucho éxito por cierto- me he permitido porque se me hacia raro preparar un gumbo sin ellas... el sabor y la textura que aportan es realmente especial... Otro de mis cambios, afecta al mundo spicy... yo sin picante puesto que ni el Lukis ni yo somos amigos de quemarnos la lengua...



Ingredientes:

  • 4 pechugas sin piel (troceadas con sus huesos o no, como gustes)
  • sal y pimienta
  • 1 cucharadita de pimentón 
  • 1 cucharadita de pimienta de cayena (yo no, añadí más pimentón)
  • 400gr. de chorizo o longaniza lugareña
  • 4 lonchas gorditas de bacon ahumado (el mío era finísimo)
  • 1 cebolla
  • 2 pimientos (Oxx dice que uno verde y otro amarillo. Yo uso lo que tengo)
  • una rama de apio
  • una cucharada de mantequilla de cacahuetes
  • 3 cucharadas de harina (yo una cargada de maicena)
  • 6 dientes de ajo (yo la mitad)
  • 1 boniato o batata grande
  • unas ramas de tomillo fresco
  • un par de hojas de laurel
  • litro y medio de caldo de pollo
  • perejil fresco
  • opcional: unas cebolletas frescas picadas en fino a la hora servir
  • mi aportación: 200gr. de okras


Preparación:
En una cacerola amplia, saltea en un poco de aceite de oliva el pollo cortado y sazonado en sal, pimienta y pimentón. Añade el chorizo y el bacon  cortado en trozos. Deja que dore bien. Lo sacas y lo reservas. En el mismo aceite, añade la cebolla y el pimiento picado. El apio puedes trocearlo y rehogarlo junto. Yo no, yo lo uso para aromatizar y al final de la cocción lo retiro. Una que la cebolla empiece a trasparentar, añade el ajo machacado, la mantequilla de cacahuetes y la cucharada de maicena. Añade la carne que habíamos reservado y ve ligándolo todo añadiendo el caldo poco a poco para que quede la textura sin grumos. Cubre con todo el caldo, añade el tomillo y el laurel y deja que cueza una medio hora (45 minutos si el pollo va con sus huesos). Unos 15-20 minutos antes, añade las okras y el boniato cortado en trozos menudos. Yo necesito 15 minutos para que el boniato esté tierno pero puede que tu variedad necesite un poco más.

A la hora de servir, acompáñalo de arroz blanco. Puedes servir adornado con perejil y cebolleta

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