Albóndigas de pan y calabacín con tomate

Siguiendo al hilo de uno de mis temas más recurrentes del momento -el rollo cósmico y tal- hoy quiero contarte una de fantasmas. Pensarás que voy de pura fantasía pero nada de eso. Stephen Hawking decía que no podía demostrar la existencia de dios pero sí la del universo. Cuanto más sabemos del cosmos y de la física cuántica, cuantos más experimentos y descubrimientos nos muestra la ciencia, más fascinada me quedo tras ese animalario de protones, neutrones, novas, quarks y demás bichejos interestelares. Pues bien, dentro de este bestiario cósmico hay unas particulillas llamadas neutrinos -aunque los descubrió un austriaco el nombre se lo dio un italiano- que son, sin entrar en mucho detalle, fantasmas en toda regla.

Se trata de materia prácticamente sin carga que atraviesan todo a su paso. No quiero emparanollarte, pero que sepas que miles de estos fantasmillas nos atraviesan a diario procedentes del sol, de novas y de otras explosiones nucleares que existen a lo largo y ancho del universo. Viajan en línea recta y no por capricho, pero ya que lo traspasan todo tampoco chocan y por tanto no cambian de camino. 

Saber que hay en el universo materia fantasma que ni vemos ni sentimos pero que sabemos a ciencia cierta que existe, me plantea una perspectiva de vida mucho más abierta y tolerante a lo desconocido. Cuántos hechos inexplicables bañados e interpretados en supercherías  van tomando forma a medida que la ciencia demuestra y da sentido a las fuerzas ocultas que no las dirige ni el diablo, ni el mal, ni el lado oscuro de los Jedis.  Va a resultar que somos parte de todo y que una célula de tu cuerpo funciona igual que una galaxia lejana y que un electrón moribundo de un trocito de piel muerta debajo de tus uñas, desprende micro-super novas que expandirán sus radiaciones de vuelta al espacio, o no, o tal vez colisionen en ti, en mí y hasta en el vecino del cuarto.

Pues bien, acaba de ocurrir algo maravilloso. Hay un observatorio en la Antartida, en la estación Amundsen-Scott, que busca la procedencia de los rayos cósmicos que llegan a nuestro planeta. Esta energía choca y rebota por lo que aunque la divisamos desde hace 100 años nunca hemos sabido de dónde nos llegaba. Pero ahora, gracias a este observatorio y a otras perversidades de nuestros científicos, han podido seguir a los neutrinos que acompañan a los rayos cósmicos y ¡tachán! han encontrado la fuente, nuestra estación energética y se trata de un blazar -nuevo término para nuestro bestiario cósmico- que es una gigantesca galaxia con un agujero negro que debe de ser también la releche y sí, con un chorro de partículas brutal apuntando directamente hacia la Tierra.

Esto, aunque no se entienda bien, es la leche. Es una nueva era para la astrofísica. Son descubrimientos que lo van a cambiar todo y van a añadir a nuestra existencia nuevas perspectivas, teorías, ilusiones y puede que todo lo que se diga a partir de ahora nos acerque más para conocer nuestro papel en el universo. 


Ingredientes:
  • 250-300gr. de calabacín con piel y sin las semillas centrales
  • 200gr. de pan viejo de miga densa y cortado en dados
  • pan rallado (3-4 cdas. o el que te admita)
  • algo de leche (lo que admita el pan, el resto lo escurres)
  • 1 huevo
  • 1 chalota
  • 1 diente de ajo
  • albahaca
  • salsa de tomate
  • queso que funda bien
  • aceite y una nuez de mantequilla
  • sal y pimienta a gusto


Preparación:
  1. En una sartén, dora el calabacín, la chalota y el ajo todo picado. Mientras, remoja el pan el leche.
  2. Le quitas el exceso de leche y trituras todo junto el pan, el huevo, la verdura ya dorada y la albahaca. Salpimienta. Añade pan rallado hasta que veas que la masa está compacta. Deja que repose mínimo una hora para que endurezca la consistencia.
  3. Forma las bolas y en la misma sartén, añade un poco de aceite. Saltea las albóndigas removiendo para que no se agarren al fondo de la sartén. Cuando doren ligeramente, añade la salsa de tomate (que no esté muy espesa, si es necesario la aclaras con un poco de agua) y unos trocitos de queso que pondrás encima de cada pelota). Lo tapas y lo dejas a fuego mínimo unos 10 minutos.Listo para servir.

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