Pastel de choco, granadas y crema
Renunciar a la filosofía significa renunciar a pensar. La filosofía es un pensamiento meditativo, que se distingue del pensamiento calculador. Hoy el pensamiento se asimila cada vez más al cálculo. El pensamiento calculador da continuidad a lo igual. La palabra alemana para meditar, sinnen, "darle vueltas a algo", significa originalmente "viajar". Por tanto, en un sentido enfático pensar es dar vueltas, viajar. Es estar en camino hacia otro lugar. El pensamiento meditativo y filosófico es el único capaz de engendrar algo totalmente distinto.
Hoy no hay ninguna multitud cooperante, interconectada, capaz de convertirse en una masa protestante y revolucionaria global. Por el contrario, la soledad del autoempleado aislado, separado, constituye el modo de producción presente. Antes, los empresarios competían entre sí. Sin embargo, dentro de la empresa era posible una solidaridad. Hoy compiten todos contra todos, también dentro de la empresa. La competencia total conlleva un enorme aumento de la productividad, pero destruye la solidaridad y el sentido de comunidad. No se forma una masa revolucionaria con individuos agotados, depresivos, aislados.
Ya no es posible la amabilidad desinteresada. En una sociedad de recíproca valoración también se comercializa la amabilidad. Uno se hace amable para recibir mejores valoraciones. También en la economía basada en la colaboración predomina la dura lógica del capitalismo. De forma paradójica, en este bello “compartir” nadie da nada voluntariamente.
Hoy tenemos mucho que decir, mucho que comunicar, porque somos alguien. Hemos perdido el hábito tanto del silencio como de callarnos... a digitalización aumenta el ruido de la comunicación. No solo acaba con el silencio, sino también con lo táctil, con lo material, con los aromas, con los colores fragantes, sobre todo con la gravedad de la tierra. La palabra humano viene de humus, tierra. La tierra es nuestro espacio de resonancia, que nos llena de dicha. Cuando abandonamos la tierra nos abandona la dicha.
Byung-Chul Han.
Ingredientes:
Para el bizcocho:
Para macerar la granada:
Para la crema:
Preparación:
Para el bizcocho:
- 3 huevos
- 120gr. azúcar
- vainilla
- 140ml. de zumo de granada
- 140ml. de buttermilch (o mitad yogur, mitad agua)
- 60ml. de aceite suave
- 3cdas. de cacao
- 200gr. de harina común
- 1 cdta. de polvos de hornear
- mermelada de grosellas para rellenar
Para macerar la granada:
- 1 granada
- 1 taza de té de zumo de granada
- 1/2 taza de té de azúcar moreno
Para la crema:
- 250ml. de nata para motar
- 2 cdas. colmadas de azúcar glas
- vainilla
- 250gr. de queso crema (tipo philadelphia)
Preparación:
- Para macerar la granada: en un cazo, pon a hervir el zumo de granada y el azúcar y lo reduces más o menos a la mitad. Añádelo a los granos y deja que macere por lo menos 2 horas.
- Calienta el horno a 160ºC.
- En un bol, bate los ingredientes húmedos para el bizcocho. Cuando estén bien ligados añades el resto, es decir, el cacao, el harina y los polvos de hornear. Engrasa un molde redondo de unos 22cm., vierte la masa y hornea entre 40-45min. hasta que veas que está bien cuajado. deja que enfríe.
- Con ayuda de un buen cuchillo (yo uso uno jamonero) nivela la superficie del bizcocho para que quede plano. Córtalo por la mitad y lo rellenas de mermelada. Extiende otra capa más ligera sobre la superficie y resérvalo.
- Para montar la crema: monta con unas varillas eléctricas la nata con el azúcar y la vainilla. Añade la crema de quedo y lo bates ligeramente, lo justo hasta que se mezcle. Deja que repose una media hora en el frigo para que coja cuerpo. Poco antes de servir, el añades la crema y las granadas escurridas por encima. Decora a tu gusto.
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