Pan turco de semolina

Existe una historieta, la de Judith, que fue eliminada de los textos bíblicos en algún momento de su larga evolución, en donde la biblia ha mutado o silenciado aquellas cosillas que le han sido incómodas. Es importante no olvidar que o bien el libro sagrado de los hijos de Abraham - esos tres hermanos que hoy se llevan literalmente a matar- fue un plagio de las leyendas sumerias o una transformación natural en la cual donde uno decía digo, los otros terminaron poniendo diego. Ésto, por cierto, no es una teoría sino un hecho ya que los sumerios tuvieron a bien dejar las cosas escritas y con buena letra. O jeroglífico. Antes de ellos, no sabemos nada de nada. Es para la historia de la humanidad, el principio de los tiempos documentados. 

Pero como te decía, la historia, leyenda, cuento, novela o folletín de Judith ha trascendido con halo de perturbadora belleza cargada de un dramatismo increíble gracias al arte: Tintoretto, Botticelli y Miguel Angel no se resistieron a la decapitación de Holofernes a manos de esta hermosa mujer que no le tembló el pulso para salvar a su pueblo. 

Pero, como siempre, hay que contar las cosas desde el principio.
Eran los tiempos en los que Nabucodonosor y sus ejércitos se llevaban por delante todo lo que se les ponía en el camino. Bueno, lo de conquistar tierras a cuchillo es y ha sido la afición más practicada por el ser humano. Y así es como el general Holofernes llegó a la ciudad de Betulia. Es de primero de manual del guerreo que para tomar una ciudad hay que acosarla. Se cortaron todas las vías de abastecimiento, se les dejó sin agua y el ejercito solo tenía que esperar a que los de dentro empezaran a morir de hambre, sed y enfermedades. 

Los habitantes de Betulia se encomendaron a dios pero parece que debía de estar ocupado en algún otro menester porque nada más pasó que lo previsto.  Y ante lo inevitable, la ciudad decidió que en no más de cinco días abrirían las puertas y ofrecerían su rendición.

Y aquí es donde nuestra Judith se apretó los machos y les dijo que ella sabía como evitar la caída de la ciudad. Como no se iban a creen ni una de sus palabras, recurrió al populismo: A ver gente, dios no nos ha abandonado; me ha hablado y me guiará en mi misión. Pidió que le dieran 3 días antes de abrir las puertas. Total, nada tenían que perder.

Y nuestra intrépida mujer, hermosa y lista a rabiar, se deshizo de sus ropas de viuda, se vistió con sus mejores galas y con solo una sirvienta, allá que se fue al campamento asirio pidiendo ver a su general. Le comunicó su intención de traicionar a su pueblo y de nuevo argumentó que dios andaba de por medio, que se lo había dicho, que había una forma de entrar en la ciudad sin esperar a que se rindiera, tal y pascual. Pero dios, por algún motivo, puso sus condiciones y esa información le sería desvelada después de rezar al alba y al anochecer durante tres días. 
Holofernes, medio muerto de aburrimiento, se puso como una moto ante la traición de una mujer tan guapa y seductora. Ese aire de medio santurrona y malota le traía loco. Dio orden de que la instalaran cerca de su tienda y dio permiso para que tuviera libertad de ir a rezar donde le apeteciese. Mientras, intentó una y otra vez beneficiársela. A la tercera noche, Judith accedió a yacer con él y en su tienda se presentó con un vino rico rico, y entre carantoña y carantoña, Holofernes  se pilló una castaña monumental.

Y ni corta ni perezosa, Judith tomó la espada del propio general y con un par de tajos le cortó la cabeza. Llamó a su sirvienta, escondieron la testa dentro de una cesta y al alba pusieron pies en polvorosa saliendo como dos reinonas sin que nadie les diera el alto con la guasa de ir a rezar. Horas más tarde, cuando sus soldados encontraron el cuerpo mutilado de su general, no supieron muy bien que hacer y ante la falta de liderazgo se dispersaron al tuntún convirtiéndose en presa fácil para el ejército de Betulia.

Yo no sé tú, pero poca mano divina veo en estos sucesos y creo que lo que más ha seducido a nuestros ilustres artistas ha sido justo eso: la ausencia de fragilidad y divinidad, tan fuertemente marcada por la determinación de una mujer, inteligente y calculadora. Ojito con las mujeres valientes, que no se achantan ante nada y hacen perder la cabeza hasta al más espabilado. 


Ingredientes:
  • 300gr. de semolina
  • 200gr. de harina de fuerza
  • 1 sobre de levadura para pan
  • 330ml. de agua tibia
  • 1 cdta. de sal
  • 1cdta. de miel
  • algo de aceite para mojarte las manos
  • acabado: 1 yema de huevo, algo de yogur, sésamo y za'atar 

Preparación:
  1. En un bol, pon la semolina, el harina, la levadura, la sal, la miel y el agua. Amasa con ayuda de unas varillas eléctricas. Si amasas a mano te recomiendo que amases 5 minutos, deja que la masa descanse otros 5 y vuelve a amasar. Deja que la masa fermente durante dos horas.
  2. divide la masa en 4 partes iguales (o 6 si quieres que sean más pequeñitos), forma una bola con cada porción y deja que descanse unos 15 minutos de nuevo.
  3. Precalienta el horno a 200ºC
  4. Mójate las manos con un poquito de aceite y aplasta cada bola dando forma circular. Déjalas sobre la bandeja del horno, con una lámina de papel encima, y marca los dedos sobre cada torta. A mí me gusta hacerlo al tuntún pero puedes marcarlos como quieras.
  5. En un vasito, mezcla una yema de huevo y un poco de yogur. Pincela cada torta de pan y termina espolvoreando con un poco de sésamo y ajonjolí negro y/o un poquito de za'atar si tienes acceso a esta mezcla de especias tan maravillosa.

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