Sopa minestrone y palabras prohibidas

Hoy toca sopa, lo cual significa que tu inconsciente, que es más rápido que tú, ya estará especulando acerca del nuevo sermón sobre lo buena, rica y saludable que es la sopa. Pues no. Y que sepas que he tenido que borrar esta entrada porque, al igual que la cabra tira al monte, yo tiro al puchero y si me dejo llevar por mis instintos me paso ocho pueblos o veinte. En fin, que no. Que ya le puedes decir a tu incons, que mi cons se lo ha pensado y después de reflexionar largo y tendido -no tanto pero casi- he caído en la cuenta que mis dos temas favoritos del blog son hablar de sopa y de mis hijos. Y no es que haya tardo mucho en llegar a esta conclusión -a ver esa risilla que te veo venir y luego saco el pundonor altanero y la liamos parda-. Decía, que le he dado vueltas y creo que corro el peligro de convertir este blog en un pestiño con tanto Kindergarten y tanto cucharón. Así que he decido que en esta entrada hablaría de otra cosa... eso fue hace cinco días. Hoy seis, porque de mi última frase a ésta ha pasado otro día más. Así que me veo obligada a realizar la siguiente meditación ¿soy monotemática, pesada o me falta inspiración?

Cachis. He recurrido al consejo que me dio una estupenda amiga con más experiencia que yo en esto de bloguear. Por ejemplo, recurrir a contar cosas sobre la historia de los alimentos -no me vale puesto que no puedo hablar de sopa- o hablar sobre la música que escucho -últimamente las canciones de Miliki. No sabría qué improvisar- o sobre el libro que ando leyendo... pues mira sí, podría. O no, no sé, para qué mentir. Es un libro de Íberos brutotes empeñados en matar lobos negros para sacar más pecho en el poblado y elegir a la mejor hembra. Puf, no es que suene bien, ¿verdad? Dicho así no tiene mucho encanto pero se lee fácil y oye, pues tiene sus detalles históricos interesantes. Por cierto, hay un viejete en la historia que sufre de reuma. No tenía ni idea que los celtibéricos supieran de esas cosas.

Ok, negociemos. Si te parece pactamos un ni_pa_ti_ni_pa_mí. Yo escribo una breve -o casi breve, ya sabes- introducción a esta minestrone y donde irremediablemente se me escape sopa o hijo, le pongo un piiiiii. El típico para censurar palabrotas y así apaño la entrada, todos contentos y aquí paz y después gloria.
Sopa minestrone y palabras prohibidas
por Maite Martín

Y fueron felices como perdices y comieron piiiiiiiiii. Mucha piiiiiiiiii. Piiiiiiiiii de wonton, de batata con curry, de calabaza y gambas, piiiiiiiiii juliana, crema de apionabo, de lentejas... en fin, que nos hemos puesto morados a piiiiiiiiii. Esto es lo bueno de pertenecer a una familia devota a Santa Cuchara. Aquí ninguno le hacemos asco a un tazón de caldo aunque, haciendo gala de nuestra tendencia glotomaniaca, nosotros nos apuntamos a las piiiiiiiiis con muchas cosas, que el  caldo solo como que no llena.

Desde la última vez que te escribí, después de andar pedaleando y corriendo por el lago, he llenado unas cuantas cacerolas. Mi piiiiiiiiii mayor ha pasado las vacaciones en casa y tenía muchas sopas que contarle... ups, perdón, quiero decir que tenía muchas piiiiiiiiis que contarle desde la última vez. Además, él quería que le mojara unos cuantos wonton -gracias Claudia por las obleas- así que acudimos a las lecciones de gurú Marsala y nos dimos un festival oriental a la austriaca de los que hacen época...

Y como ésto de la piiiiiiiiii es cosa de ponerse y no poder parar pues hoy vengo con una rica minestrone que además me apaña muy bien las cosicas de mi minihuerto. Realmente, las verduras que uses no son la clave de este clásico italiano. En los blog nativos que he visitado usan verduras de temporada o de lo que hay que dar gasto en la nevera. No es determinante. Un buen caldo, un buen pesto y un buen queso parmesano es, en mi opinión, lo suyo para hacerla perfecta por los siglos de los siglos. Fin.


Ingredientes: 
  • un par de lochas semigruesas de panceta ahumado o de jamón de Parma en daditos
  • 1 litro de caldo (puede que algo más)
  • 2-3 tomates maduros
  • 2 cdas. de concentrado de tomate (o puré)
  • verdura variada cortada en tiras finas (en juliana)
  • un puñado de alubias blancas ya cocidas a gusto
  • un puñado de pasta para sopa a tu gusto
  • 2 cdas. de pesto genovesa
  • queso parmesano a gusto
  • sal y pimienta

 Preparación:
  1. Saltea en una sartén con un poco de aceite de oliva y a fuego moderado, la pacenta junto con los tomates maduros o bien rallados o triturados con la batidora. Añade las judías blancas, las verduras y el concentrado de puré. Cubre con el caldo y deja cocer 10 minutos.
  2.  Añade el pesto y la pasta y dejas que cueza 5 minutos más. Apaga el fuego y deja que repose sin abrir entre 5-10 minutos. Salpimienta y sirve con parmesano rallado a tu gusto.

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