Mermelada de fresa y ruibarbo para recordar
Recuerdo haber publicado los waffles justo antes de que llegara Álvaro. Me dije, hazlo ahora que después no tendrás tiempo. Ahora está a punto de marcharse y me he dicho, hazlo ahora que después no tendrás ánimo. Estos periodos me los conozco. Estas dos semanas en casa, son un clásico familiar. Es el único periodo del año que él puede venir a nosotros. El resto de encuentros debemos ir a él, no hay más remedio. Estos son días de dormir mucho, de estar tirados en el sofá, vagabundear, reír y recordarle a Lucas que los españoles hablamos a gritos, algo que al ser guiri le cuesta un poco de entender, porqué las personas gritan cuando son felices y están a gusto...
Y a gritos, contando batallas, nos hemos ido a la playa, a la frontera entre Eslovenia e Italia, donde hemos paseado por Triste recordando los más de 500 años que fue austriaca y lo bonita que ha quedado esa fusión italo-ostereija (trascribo la pronunciación porque si lo escribo en germano, fliparás sin remedio). Hemos comido pizza y nos han clavado -como está mandado- por ser turistas. Hemos disfrutado de un aparta-hotel que nos dio el mejor apartamento del complejo a medio metro de la playa. Tuvimos un par de desvarios, afirmando que nos íbamos a quedar a vivir allí. Ya me gustaría, ya! no solo por la terraza a media zancada del mar sino además porque aquí la menda no hizo ni el huevo. A mesa puesta todo el día, pasando por el partidillo diario que ese no me lo han perdonado los futboleros de mi casa, que como en todas las buenas familias, siempre hay alguno...
En resumen, felicidad. El tiempo voló como hace siempre el muy canalla. Pero si alguien me preguntara aquello de lo que hablamos una vez sobre ¿oye, qué tal andas de amor? pues le diría, voy sobrada. Porque estas dos semanas me han dejado muchas escenas preciosas, no solo con mis hijos, sino también con mi costillo que tiende a descentrarse cuando debe compartir mis atenciones. Muchos besos, caricias y apretones carnales, risas y hasta estrecheces que el coche me recordaba a aquellos años en los se viajaba sin poder ni mover los pies... gracias amor, no sé si tienes forma como de estampita de santos o perteneces al olimpo y le cargas las flechas al cupido. Ni idea. Lo mismo eres ese dios que ninguna religión a ciencia cierta se pone de acuerdo de cómo y qué eres. Yo sé que existes porque de vez en cuando, te tiras el rollo con la familia Nobis y nos regalas un par de semanas de amor completo, sin ausencias:-)
Siempre he sido reacia a publicar recetas de mermeladas y por una simpre razón. No funcionan. Cada mermelada tiene sus particularidades y lo que me va a mí, a ti no te cuadra. Llevo preparando nuestra provisión para el invierno ya va para cuatro años. Suficientes para regalar y no tener que comprar. El plan suena maravilloso, lo sé. ¿Ya te he dicho que soy muy afortunada? El caso, es que contra más experiencia tengo, más segura estoy que para hacer una buena mermelada no hay que seguir recetas sino instintos...
Lo primero, por las proporciones. Son siempre orientativas dependiendo de la fruta. Los albaricoques necesitan más azúcar y las fresas gelé. Los frutos del bosque, sobre todo las grosellas (uva grosella, grosella roja y negra, etc.) son tan ácidos que no necesitan limón. A las frutas de color naranja les gusta mucho aderezarlas con un poco de vainilla y a las rojas les gusta el ron. A las negras, un poco de canela... cada cosa, en cada casa, tiene su truco.
A nosotros nos gustan no muy dulces y que conserven aún el sabor a fruta. Para ello, importante no superar la cocción de media hora para un kilo de fruta y unos 20 minutos si haces menos cantidad. Cuando hago los peroles de varios kilos (a medida que cosechamos) la cocción cambia y ahí hay que ir improvisando... ¿consejo? si no tienes mucha experiencia, empieza a hacer mermeladas en pequeñas cantidades.
Otro factor a tener en cuenta cuando las haces más ligeras de azúcar y en cocción corta, es que quedan mucho más líquidas. Contra más la cueces más se concentra el azúcar y eso la hace espesa. Pero en tiempos cortos, no. Necesitas espesar la mermelada con polvos de gelatina. Este es un país de mucha tradición de mermelada casera así que en todos los supermercados hay productos para gelificar mermeladas, compotas y siropes. Pero mi consejo es usar cualquier gelatina en polvo porque todas hacen la misma función.
Otro factor a tener en cuenta cuando las haces más ligeras de azúcar y en cocción corta, es que quedan mucho más líquidas. Contra más la cueces más se concentra el azúcar y eso la hace espesa. Pero en tiempos cortos, no. Necesitas espesar la mermelada con polvos de gelatina. Este es un país de mucha tradición de mermelada casera así que en todos los supermercados hay productos para gelificar mermeladas, compotas y siropes. Pero mi consejo es usar cualquier gelatina en polvo porque todas hacen la misma función.
Ingredientes:
Preparación:
- 1 kilo de fruta (fresas y ruibarbo)
- 1/2 kilo o un poco menos de azúcar moreno (le va genial al ruibarbo)
- 1 limón en rodajas
- 1 cdta. de gelificante con una cuahara de azúcar extra
- tarros estériles u un poco de ron para mojar las tapas y los bordes
Preparación:
- Esterilizar los botes y tapas la baño maría 1/2 hora.
- Cortar la fruta en trozos, pesarla y añadir la proporción de azúcar (en un 2 por 1. Es decir, una medida de fruta y la mitad de azúcar)
- Ponerlo en una cacerola que no llegue a cubrir ni la mitad para evitar que salpique. Llevarlo a fuego medio junto con las rodajas de limón.
- No cocer a fuego mínimo. Siempre a medio para que evapore pero evitando excesivo calor para que no se agarre. Ve moviendo con una cuchara de palo larga de vez en cuando. No hace falta retirar la espuma ya que no es tóxica. Desaparecerá sola.
- Pasados 20 minutos reduce el fuego al mínimo. En vitrocerámica directamente apaga y aprovecha el calor que desprende. Añade poco a poco el gelé mezclado con una cucharada de azúcar para que no haga grumos y remueve. Deja que repose a fuego mínimo o apagado (según el caso) 10 minutos.
- En caliente la mermelada siempre está más ácida. Así que para probar el sabor y la consistencia pon un poquito en un plato, lo enfrías y lo pruebas. Si está muy líquida añade un poco más de gelé mezclado en azúcar y si te resulta ácida puedes añadirle más azúcar. Vuelves a dejar que repose a fuego mínimo o apagado (según el caso) 10 minutos. El azúcar que rectificas ahora no se cristaliza. Eso solo pasa en mermeladas saturadas de azúcar. Éste no es el caso.
- Prepara los botes. Moja las tapas en ron y los bordes de los tarros. Los rellenas de la mermelada caliente, cierras y los colocas bocabajo para que hagan el vacío. Con los tarros aún templados sin llegar a enfriar del todo, los lavas en agua corriente para eliminar restos de mermelada y mojas de nuevo en ron el borde del cierre. Dura muchos meses guardado en un lugar seco y sin luz directa. Cada 2-3 meses, vuelvo a echar un poquito de ron en los bordes.
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