Pastelitos de limón

Estoy muda, apática y con las articulaciones de mis dedos como morcillas. Hasta que este body serrano se acostumbre a las menos-temperaturas, mis huesos me traen por la calle de la amargura. Por cierto, esta calle ¿existe en tu ciudad? Aquí, ni de cerca pero en Madrid encontré una llamada así cerca de Puerta del Ángel y a la que paseas un poquito más te cuelas en la de San Canuto para que la tragedia sea completa: voy por la calle de la amargura y las estoy pasando canutas... es como para darse a la bebida.
Pensé en el whisky que aunque no me gusta nada me cae simpático -es posible que esta frase se la más estúpida que he dicho hasta la fecha- y esa simpatía ha engordado después de leer hace un par de días otra de Lord Byron que dijo algo así, como que la emancipación de la mujer es imparable desde que las damas beben whisky en público. Me hizo mucha gracia y más cuando siempre he visto el whisky como una bebida de vaqueros machotes.
Pensé en el whisky que aunque no me gusta nada me cae simpático -es posible que esta frase se la más estúpida que he dicho hasta la fecha- y esa simpatía ha engordado después de leer hace un par de días otra de Lord Byron que dijo algo así, como que la emancipación de la mujer es imparable desde que las damas beben whisky en público. Me hizo mucha gracia y más cuando siempre he visto el whisky como una bebida de vaqueros machotes.
Nunca hubiera imaginado a una dama del siglo XIX con una garrafa tripleX del brazo retando al pretendiente de turno a chupitazos -ojo, hablo de las señoras corrientes de carne y hueso y no de las películas- pero, cachis, qué bonita hubiera sido nuestra historia si las mujeres se hubiera echado más al botellón. Más de una le hubiera devuelto el golpe al marido cualquiera de esas noches que le llegaba el muy animal a casa ciego de aguardientes. Pero dejo esto aquí que no tengo el horno para bollos y como dice mi tita Mari Luz, las mujeres de mi familia somos de las que dormimos con la escopeta cargada ¿te imaginas que encima le diéramos al whisky? ya lo estoy viendo: todo un señor cañón en el recibidor de la tita, ¡me parto!
Pero no estoy yo para garrafón. Y menos para acompañar a este pastel que fue un flechazo al primer clic. Lo vi por primera vez aquí, en Al cibo commestibile, y aunque he visto muchos más desde entonces, a mí éstos me dejaron loca de remate... el caso, es que en ese preciso instante, la decisión quedó tomada: esos cuadraditos iban a caer ¡ya! eso sí, sin ser cuadrados que yo sigo luchando por no picar y comprar el tamaño de molde cuadrado que me falta, el mediano, ese que utilizaría día sí y día también a diferencia de los otros dos que se llenan de telarañas en el armario de cocina. En fin, que mis pastelitos de limón se los dedico a mi tita que creo que la iban a gustar muchísimo y a mi charrita del alma, que cuando le enseñé este pastel sintió el mismo flechazo que yo había sentido... y ni idea de cómo y por qué, pero me acordé de otro flechazo, el de Jules, éste -el flechazo, no te asustes- desaparecido de muerte natural y ahogado en limoncello; y entonces, lo vi claro. Bueno, lo que le iba a echar a mis pastelitos ex-cuadrados de limón. La receta quedó clara y cristalina en mi consciente más inmediato... tanto, que tuve que ponerme manos a la masa antes de olvidar mis apañicos iluminados...
-“Si hay una loca en diez kilómetros a la redonda, vendrá a mí. Seguro. Es cuestión de tiempo.” El Jules ha levantado mucho la voz. Y el vaso. Un poco de limoncello cae y me salpica el pelo. Y el brazo del sofá.
–“Y tampoco es como si yo fuera por la vida diciendo ¡dejad que las locas se acerquen a mí! Noooo.” Vocifera. Los dos parecen tan furiosamente de acuerdo que mi participación no parece necesaria, así que me dedico a secarme el pelo con una servilleta. Cuando termino, huelo un mechón. Puaf.
-“Claro que no, Jules. No es culpa tuya.” Responde solícita Lady D., levantándose un poco tambaleante, rellenándose el vaso y cambiando de sitio, sentándose (más bien desplomándose) junto a Jules en el sofá. Cuando en un intento de posar la botella en la mesa está a punto de soltarla en el aire, me precipito a cogerla y corro a guardarla en el armario de los licores antes de que el Jules se ampare de ella.
¿Te das cuenta que curioso? por estos lares se ve mucho tráfico de recetas pero poco a poco me estoy enviciando al tráfico de la palabra y de historias ajenas:-)
Hala, a los pastelitos...
Hala, a los pastelitos...
Ingredientes para la base:
Ingredientes para la crema:
Preparación:
- 160 gr. de mantequilla
- 1 cda. de agua si ves que se queda dura
- 2 cdas. de azúcar
- 250 gr de harina
- ralladura de un limón hermoso
Ingredientes para la crema:
- 2 cdas. de maicena
- 4 cdas. de almendras muy molidas o harina de almendras
- 5 huevos
- ralladura de otro limón
- 200 ml de zumo de limón (sustituí 50ml. por zumo de flores de saúco)
- un chorro bien generoso de limoncello
- 1 cda. de crème fraîse o queso fresco tipo Philadelphia
- 140gr. de azúcar (el zumo de saúco es bastante dulce así que se reduce la cantidad de azúcar considerablemente)
Preparación:
- Calienta el horno a 180º. En un bol, mezcla el harina y la mantequilla y mezcla hasta que formen migas. Añade el azúcar y la ralladura. Amasa hasta que la pasta esté lisa y homogénea y rellena la base del molde que previamente habrás engrasado. Hornea unos 15 minutos.
- Mientras tanto, en otro bol, mezcla con ayuda de unas varillas los huevos. Añade el azúcar y sigue batiendo. A esta crema, incorporas el zumo, el limoncello, la ralladura, la crema y por último la maicena y las almendras molidas.
- Vierte la crema al molde con la base y lo horneas durante 15-20 minutos. La superficie tiene que quedar lisa, sin dorarse y jugosa. Si lo ves necesario puedes bajar la temperatura -nadie mejor que tú controla tu horno-. Para que te hagas una idea, si ves que hace bolsitas en la superficie, habré la puerta, deja que se escape algo de calor y baja la temperatura unos 10-15º. Si tu horno es de los que tiende a tostar rápido, cubre con papel de aluminio el pastel... en fin, que esto es para hornos complicados. No tuve problema alguno a 180ºC sin poner el aire. Necesité 15 minutos y quedo perfecto. Espolvoreados con azúcar glas quedan preciosos:-)
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