Sopa de puerro con garbanzos para hablar de sirenas

Existe un lugar precioso en Almería, justo en lo alto del faro del cabo. Le llaman el Arrecife de las Sirenas y con solo echar un vistazo al acantilado comprendes porqué el faro está ahí, coronando ese trozo de costa. Cada vez que he ido -siempre a contemplar atardeceres como todos los hijos de vecino que por allí se dejan caer al final del día- pienso en las sirenas de Ulises. No eran medio pez medio mujer como nos han contado las leyendas celtas, sino pájaros con cabeza y pecho de mujer que, aunque no sabían nadar, les gustaba muchísimo -literalmente- los marineros. Estas sirenas hechizaban con sus melodías a los navegantes que dejaban de comer, de beber, de dormir... dirigían sus naves en dirección de los mortales cánticos y, una vez que los barcos se acercaban a la costa de la isla de las sirenas, naufragaban en los arrecifes rocosos y eran devorados.

Ulises se libró por los pelos. Mandó a su tripulación taponarse los oídos con cera y él, que deseaba escuchar tan maravilloso canto, se ordenó atar al mástil para no lanzarse por la borda tras las hechizantes voces... pero no, no caigas en la trapa de pensar que Ulises era listuco como ninguno. Que va! fue alertado por Circe la hechicera, que estaba loca por sus huesos... y aunque no consiguió que Ulises se quedara a su lado, tan grande era su amor que le previno de todos los peligros con los que iba a toparse de regreso a Ítaca... esto es amor y lo demás tontería... y llámese tontería al intentó convertirle en cerdo como al resto de su tripulación que se dejaron engorrinar vilmente... pero eso fue antes de enamorarse perdidamente del héroe... y tampoco, ésta vez tampoco consiguió evitar ser un cerdo el solito, que de nuevo recibió ayuda divina...
Pero, ¿qué hubiera pasado si Ulises hubiera contado con Jaime Oliver como tripulante? pues que creo que hubiera roto el encanto con una de sus sopas, así te lo digo... porque puestos a elegir, yo prefiero morirme ahogada por un garbanzo al comerme esta sopaza que a que me coman como a garbancito a la que me ahogo... por muy sirenas que sean! que no, que conmigo no cuenten para almorzar. De hecho, mira si son curiosas las casualidades, de vuelta a casa siempre hubo garbanzos. Las cosas de las vacaciones: mi madre preparaba una olla de lo que fuera y a medida que nos íbamos dejando caer, pillábamos cuchara.. lo normal era, desayuno de reyes, un par de tapas -o tres- para comer y una cena temprana de cuchara. Las veces que volví del faro, tonta y con la mente en Babia después de contemplar a las sirenas, en casa hubo garbanzos: cocido, gurullos con jibia, potaje... ya es casualidad...y no te digo como espabilaba! un visto y no visto.

Así que esta sopa, entra en mi lista de antídotos contra las sirenas y te la recomiendo usar siempre que en casa ande alguien desganado y con la cabeza llena de pajaritos -bueno, medio pajaritos-  porque a la que escribo se me está ocurriendo que bien podría ser un remedio contra el mal de amores... es solo una idea y lo digo porque el cuadro clínico de una empanada amorosa parece que encaja a la perfección con el épico encantamiento. En cualquier caso, si alguien se anima a probar que no dude en escribirme y contarme detalladamente los resultados.


Ingredientes para 6 según Jimmy Oli, alias Jamie Oliver:
  • 350gr. de garbanzos cocidos (pasamos de mayor complicaciones)
  • 1 patata mediana (yo dos que así la sopa cunde más) 
  • 5 puerros medianos (yo 2 y 1/2 hermosos)
  • 1 cucharada de aceite de oliva (yo un chorro a ojo como siempre)
  • una cucharada de mantequilla que yo he ignorado por completo
  • 2 dientes de ajo (yo tal cual)
  • sal
  • pimienta negra recién molida
  • 850 ml de caldo de pollo o de verduras (yo en un caldo de verduras y jamón)
  • queso parmesano rallado
  • unas gotas de aceite de oliva extra virgen para toque final

Preparación:
Lo primero decir a los que andamos por Austria, que en el Merkur y en el Billa, en la sección de productos trucos, hay unas latas de garbanzos cocidos que están de lujo. Ahora a la sopa: corta los puerros en rodajas muy finas y la patata en cuadrados pequeños. En una cacerola, pon un poco de aceite de oliva y gratina levemente el puerro con los ajos machacados. Añade el caldo, los garbanzos, la patata y sazona con sal. Deja que cueza a fuego lento unos 20 minutos hasta que la patata esté blanda. Rectifica de sal. En el momento de servir, por un poco de queso parmesano rallado por encima y pimienta negra recién molida.
Y con un plato de sopa en tus manos puedes hasta gritar: "a mí sirenas, venir y cantar cuanto os apetezca:-)

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